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Ceremonia de Grados Posgrados Icesi  – febrero 2022

Rectoría

Muy buenas tardes y bienvenidos a nuestra universidad.

Saludo a los miembros de la mesa principal, al Presidente de la Junta Directiva y gran mecenas de esta universidad, Francisco Barberi, a la Dra. Marcela Granados, miembro de nuestra Junta y representante de nuestro gran aliado, la Fundación Valle del Lili, a Gustavo Adolfo Carvajal, también miembro de nuestra Junta Directiva y cuya esposa, Juanita Cabal, se gradúa hoy de Antropóloga, y a todos los miembros de la Junta y del Consejo Superior, algunos de quienes nos acompañan hoy y que durante estos años han contribuido tanto a hacer posible el sueño de esta universidad incluyente, innovadora y de excepcional calidad que es orgullo de nuestra región.

Quiero saludar también muy especialmente a Mauricio García Villegas, nuestro invitado de honor y uno de los intelectuales más importantes que tiene hoy nuestro país. Sus últimos libros, “El País de las Emociones Tristes”, y “La Quinta Puerta”, del que es co-editor, son fundamentales para el entendimiento de los problemas centrales de Colombia.

Saludo también a los demás invitados especiales, a todo el equipo de la Universidad Icesi al que me honra mucho haberme integrado hace unos meses, a los miembros del Consejo Estudiantil, a mi amada esposa, Lina, y, por supuesto, a los graduandos y a sus familiares y seres queridos quienes han depositado su confianza en la universidad en estos años.

Antes de iniciar mi intervención quiero pedirles a todos los aquí presentes un minuto de silencio en honor a Angie Valentina Córdoba Pinzón, quien hoy se graduaría como Ingeniera de Sistemas, trágicamente fallecida hace pocos días en un accidente de tránsito. Angie era una estudiante destacada, beneficiaria del programa Ser Pilo Paga y becaria Icesi; acababa de terminar exitosamente su práctica como ingeniera de software en Perficient y representó a la Universidad en el equipo de ajedrez en varias oportunidades. A sus familiares y amigos, nuestras más sentidas condolencias y toda nuestra solidaridad.

Minuto de Silencio

Para mí, es un gran orgullo y honor presidir hoy por primera vez esta significativa ceremonia, y que podamos volvernos a encontrar en la universidad tras un período de pandemia que nos impactó a todos.

Quiero iniciar felicitando muy especialmente a los 783 graduandos y a sus padres, cónyuges, familiares y amigos. Estamos seguros que las capacidades, destrezas, disposiciones y relaciones que han desarrollado en estos años en la universidad les abrirán puertas, les harán la vida más rica, libre y productiva, y les permitirán tener un impacto positivo en nuestra sociedad en una gran variedad de ámbitos.

Hoy nos es sumamente grato entregar 644 títulos de pregrado (38 estudiantes se gradúan de dos programas) y 177 títulos de posgrado.

En el pregrado, quiero destacar especialmente que hoy se gradúa nuestra primera generación de músicos; y la primera de la ciudad y la región con énfasis en producción musical. Cali y nuestra región son potencia en talento musical; pero nos ha faltado desarrollar capacidades en producción y comercialización para construir una verdadera industria que genere mayores ingresos a los artistas, así como mayor inclusión y prosperidad en toda la cadena de creación y producción.

En Icesi estamos comprometidos con contribuir a esa transformación y los músicos que graduamos hoy, así como los 241 estudiantes que tenemos matriculados en el programa, van ser la punta de lanza de ese cambio. Nuestros graduandos y estudiantes, además, cuentan con perspectiva internacional—clave en las industrias creativas de hoy—pues tenemos convenios con la Escuela Superior de Música de Cataluña, el Liceu de Barcelona y Loyola University en Nueva Orleans, entre otros, y algunos de los graduandos hicieron su práctica en el exterior.

También me complace anunciar que hemos puesto al servicio de la comunidad el talento de nuestros profesores y estudiantes y nuestra infraestructura y equipos, con el lanzamiento del “Centro de Producción Creativa 312”; un centro de producción musical y audiovisual académica y comercial dotado de 3 estudios de grabación de talla mundial y muchos otros espacios clave para la creación y producción de proyectos musicales y audiovisuales.

De los graduandos de pregrado, destaco especialmente los 137 títulos que se confieren con honores a 131 estudiantes: 1 con los máximos honores (summa cum laude), 38 con altos honores (magna cum laude) y 98 con honores (cum laude). 12 estudiantes lograron títulos con honores en 2 programas simultáneamente y un total de 38 se titulan en dos carreras.

Les pido un caluroso aplauso para nuestros 738 graduandos de pregrado y posgrados y para sus padres, cónyuges, familiares, profesores y todos quienes los acompañaron en este formidable logro. Todos ellos son testimonio de la educación universal, de alta calidad e incluyente que constituye la apuesta central de Icesi y su mayor aporte a nuestra comunidad y sociedad.

Hablando de educación más allá de la universidad y comenzado a hacer la transición hacia la ponencia central de esta tarde, en las últimas semanas ha sido noticia el marcado retroceso en los resultados de aprendizaje de los estudiantes colombianos—medidos con las pruebas Saber del ICFES—, en razón a los cierres de instituciones educativas precipitados por el Covid-19.

Aunque muy preocupante—sobre todo porque la afectación es más aguda entre los más pobres—, como se pone de relieve en La Quinta Puerta, libro editado por los profesores Juan Camilo Cárdenas, Leopoldo Fergusson y Mauricio García Villegas, nuestro orador principal esta tarde, la ‘pandemia’ de mala calidad y desigualdad en la educación en Colombia es centenaria.

En el concepto de estos investigadores y sus co-autores, en nuestro país se configura un apartheid educativo: “una educación segregada que reproduce las clases sociales y la desconfianza que existe entre ellas”. Los dos años de pandemia han exacerbado esta crisis.

Para fundamentar sus análisis y recomendaciones, los autores parten de un recuento histórico de las luchas por la educación en Colombia. La primera, que duró desde los albores de la República hasta mediados del siglo pasado, fue entre las élites conservadoras, aliadas con la Iglesia Católica, y las élites liberales. Esta contienda “ideológico-religiosa”, que incluso desencadenó guerras civiles, lamentablemente la perdieron los liberales y la educación.

Colombia, a diferencia de países como los Estados Unidos y la Argentina, perdió más de 100 años en la implementación de un sistema educativo público, laico y de amplia cobertura. Los costos sociales y económicos de este fracaso son inconmensurables.

Los autores relatan también como, cuando finalmente el establecimiento político se ponía de acuerdo sobre la transcendencia de la educación pública laica a mediados del siglo pasado, inició un segundo ciclo de disputas “político-ideológicas”, esta vez entre los gobiernos y élites, de un lado, y los maestros y estudiantes, aupados por la revolución cubana y las revueltas estudiantiles de 1968 en Europa y EE.UU., del otro.

Esta lucha, aún vigente y tan patente en los últimos años de protestas y paros, en palabras de los autores: “incubó nuevas desconfianzas, alteró gravemente los calendarios educativos a causa de los paros y las protestas, propició la migración de las élites hacia la educación privada y, en general, entorpeció la construcción de un proyecto educativo público amplio, gratuito y de calidad”.

Para los autores, el que los ciudadanos más ricos e influyentes hayan desertado del sistema público constituye un elemento crítico, pues al “reducir la presión sobre el Estado para que mejore su oferta … dado que [ellos] resolvieron ya el problema privadamente”, sume a la educación pública en un círculo vicioso hacia la degradación de la calidad.

Las siguientes cifras (de antes de pandemia) del Observatorio de Realidades Educativas (ORE) de Icesi sintetizan la enormidad del problema. De 1,09 millones de niños que iniciaron 1er grado en 2009, solo 493 mil (45%) terminaron 11 en 2019; y de éstos únicamente 212 mil (19% de la cohorte total) lograron niveles mínimos aceptables en lectura y matemáticas. Si se incluyen otras competencias clave, en ciencias naturales y las sociales/ciudadanas, solo 89 mil jóvenes (8%) las obtuvieron adecuadamente. Menos de uno de cada doce niños que inician primero de primaria en Colombia salen con un buen bachillerato, y éstos son, casi invariablemente, del decil más rico de la población.

Si a esto sumamos las deficiencias en cobertura y, sobre todo, calidad en educación superior, el problema de desigualdad se sigue agravando a medida que los estudiantes crecen. De quienes terminan la educación media, solo un 40% acceden inmediatamente a la educación superior, y de los que se gradúan de ella, solo un 25% logran adecuadamente las competencias clave. Nuevamente, provienen generalmente de las capas más ricas de la población.

A este tenebroso panorama en lo académico, los autores agregan el hecho de que la segregación social en la educación genera brechas enormes en otras capacidades y activos—notablemente culturales, sociales/relacionales y simbólicos—que coartan oportunidades a la inmensa mayoría de los jóvenes en una sociedad tan jerarquizada como la colombiana, y que contribuyen a profundizar su desigualdad.

Al no permitir espacios donde se mezclen y convivan las clases, no solo no hay transferencia de estos “Activos Sociales Inmateriales”—como la forma de hablar de las clases más privilegiadas, que puede ser clave para acceder a ciertos trabajos—, lo cual agudiza las diferencias de clases y la desigualdad, sino que los jóvenes colombianos nunca se conocen, o solo se conocen entre similares, acentuando la desconfianza imperante en Colombia.

Todo esto constituye una enorme tragedia social y económica, y no solo para la inmensa mayoría de jóvenes que ven coartadas sus oportunidades por un sistema educativo que les falla gravemente. Lo es para todos, porque no logramos aprovechar debidamente el talento de millones de personas, y desperdiciamos la posibilidad de ser una sociedad mucho más productiva, rica, feliz y armónica.

La apuesta de Icesi por la educación incluyente, ‘pluriclasista’ y de alta calidad, que pregonan los autores del libro, es excepcional en nuestro país. Hoy, el estrato más representado en nuestro pregrado es el 2; casi el 40% de nuestros estudiantes provienen de los estratos 1 y 2 y casi 60% de éstos estratos más el 3. Ninguna otra universidad privada de alta calidad en Colombia es así de incluyente. La que más se acerca es la Universidad del Norte en Barranquilla,

Pero a diferencia de universidades públicas de alta calidad como la Universidad Nacional, Icesi tiene un contingente importante de estudiantes de ingresos medio-altos y altos, permitiendo el contacto y la ‘mezcla’ de clases que los autores consideran fundamental para reducir barreras y mejorar la convivencia social, a la vez que se enriquece la educación y experiencia de todos por su exposición a personas de diferentes orígenes que encarnan la realidad colombiana.

Si no resolvemos este descomunal desafío, garantizando educación universal, de calidad y ‘pluriclasista’, que equilibre las oportunidades y cohesione a los colombianos, seguiremos empantanados. Para ver luces al final de este túnel, les recomiendo el libro de nuestro invitado de honor de hoy y sus coautores quienes tratan el tema con mucha más ductilidad y conocimiento que yo.

***

Es hora entonces de dar la bienvenida a nuestro orador principal. Mauricio García-Villegas es doctor en Ciencia Política de la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica y doctor honoris causa de la Escuela Normal Superior de Cachan en Francia. Actualmente se desempeña como profesor del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) de la Universidad Nacional de Colombia, como investigador de Dejusticia y como columnista del periódico El Espectador.

Es profesor afiliado al Instituto de Estudios Legales de la Universidad de Wisconsin y al Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Grenoble. Entre sus publicaciones más recientes están: Normas de Papel (2009), La eficacia simbólica del derecho (2014), El derecho al Estado (con J. R. Espinosa, 2013), Les pouvoirs du droit (2015), El orden de la libertad (2017), The Powers of Law (2018), El País de las Emociones Tristes (2020) y La Quinta Puerta (con Juan Camilo Cárdenas y Leopoldo Fergusson, 2021).

¡Bienvenido Mauricio! Es un gran placer y honor tenerte con nosotros y poder escucharte esta tarde.

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